La mayor contienda bélica de todos los tiempos, provocó un impacto tremendo en la vida diaria, influyendo de un modo radical en la sociedad del momento.
La industria se vio obligada a dar un giro de 180º , en favor de la contienda; todas tuvieron que enfocar su producción a proveer de todos los materiales necesarios a los soldados que estaban en el frente.
La moda sensible a los acontecimientos sociales del momento, se vio rápidamente afectada por la escasez de materiales, utilizados hasta entonces para la confección de vestidos, sombreros o calzados, ahora eran derivados directamente a la industria bélica.
Los gobiernos se apresuraron en confiscar las reservas de fibras naturales, para la industria de defensa, obligando a los fabricantes a sustituirlas por fibras sintéticas.
Al principio, los diseñadores contemplaban impotentes cómo se paralizaba la evolución de sus creaciones y cómo el gobierno alemán pretendía hacerse con la hegemonía de la alta costura, intentando trasladar la industria de la alta costura francesa a la capital germana.
No obstante, aunque las alemanas se consideraban las mejor vestidas de Europa, nunca consiguieron estar a la altura de las sofisticadas mujeres parisinas.
A pesar de las duras circunstancias, con todos los hombres en el frente, la incorporación forzada de la mujer al mundo laboral, medio hasta entonces desconocido para ellas, la escasez de recursos, materiales o alimentos, se pedía a la población femenina que mantuvieran un aspecto impecable, para cuando los hombres regresaran del campo de batalla.
Por extraño que parezca, ante unas condiciones de pobreza y miseria semejantes, las mujeres no se sintieron ofendidas o presionadas, al exigirles que no se abandonaran. Pocas fueron las ocasiones en las que dejaron pasar la oportunidad de exhibir sus exquisitos, antaño, atuendos.
Para nada se trataba de una actitud superficial o frívola, lejos de todo eso, se buscaba a toda costa, volver la vista a una realidad aterradora, provocada por una guerra que había sumido sus vidas en un verdadero infierno.
El miedo,la incertidumbre o la tristeza, no fueron los únicos sentimientos que dominaban el espíritu de la sociedad de los años 40. Al contrario de lo que se esperaba, la fortaleza, la esperanza y una creatividad sin límites, se impusieron por encima de todo los demás, elevando el mundo de la industria textil y de la alta costura a la categoría de excelente.
Los diseñadores, modistos y fabricantes, hicieron gala de algo que a los alemanes les faltaba: creatividad. Comenzaron a diseñar prendas más resistentes y duraderas, sugirieron a la población femenina la combinación de varias prendas para lograr un aspecto diferente, al mismo tiempo, elevaron a la categoría de imprescindibles, la función de los complementos, hasta el punto, que ninguna mujer salía por la puerta de casa, si no era acompañada por sus guantes y sombrero.
En el post de mañana, descubriremos el papel tan importante y determinante que adquirió el sombrero, durante la II Guerra Mundial, siendo los únicos accesorios que no sufrieron restricciones para la confección de sus materiales, y cómo el mundo de la moda, de la mano de grandes como Balenciaga o Givenchy, se reveló ante el totalitarismo aleman, en su lucha por el cambio y la libertad...
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